Durante un buen rato, mis amigas y yo estuvimos escondiendo huevos de Pascua por todo el recinto en el que cpodríamos celebrar la fiesta. En cada rincón, en cada esquina, debajo de las plantas y en las cestas habría decenas de huevos de colores camuflados en todos los lugares. Con un silbato, abriremos la veda de la búsqueda de huevos y todos los niños alborotados entrarán un estado de frenesí seguro, pues esta actividad les encanta.
El escondite de los huevos de Pascua
En el viejo continente, se mantiene la costumbre medieval de adornar los huevos con colores y, por este motivo, se tiñen y se pintan. Al otro del Atlántico, en Argentina, en Brasil y en Uruguay, se conserva la tradición de regalar huevos de Pascua, decorados artesanalmente con glasé multicolor o bien con chocolate. En cuanto a la decoración, los huevos de Pascua siempre han representado un desafío para los reposteros. Los colores estridentes, que representaban la luz del sol y que se pintaban a mano, fueron dando paso a los envoltorios de las grandes producciones de huevos durante las décadas de los años 20 y 30 del siglo pasado.
Décadas más tarde, apareció la moda de rellenarlos con juguetes sorpresa para la satisfacción de los niños. Sea como fuere, las tradiciones de Semana Santa han ido variando con el correr de los siglos hasta llegar a convertirse, para la gran mayoría de la gente, en una semana donde no se trabaja y se comen los famosos huevos de Pascua junto con las tradicionales torrijas. De hecho, el Domingo Santo es uno de los dos días del año, junto con el día de Navidad, en el que se consume más cantidad de chocolate.
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